domingo, 17 de abril de 2011

HOY SE CELEBRA EL DOMINGO DE RAMOS EN LOS PUEBLOS DE LA PROVINCIA DE YAUYOS

VIVAMOS CON FE LA SEMANA SANTA
Nos escribe el padre Edgar Romero Basurto

En este domingo se tiene la procesión simple o solemne que conmemora el ingreso de Jesús en Jerusalén. El evangelio que se proclama al inicio de la procesión pone de relieve que Jesús es el “Hijo de David”, importante título mesiánico, y subraya que éste es un Rey humilde, justo y victorioso que restaurará la ciudad de Jerusalén. El clima de la procesión es festivo y es una anticipación profética del triunfo definitivo de Cristo sobre el pecado y la muerte en su misterio pascual.

Las lecturas de la Misa, en cambio, nos exponen las condiciones que serán necesarias para que Cristo alcance este triunfo. La primera lectura nos presenta al Siervo doliente con sus sufrimientos y su admirable disponibilidad ante el sacrificio (1L). El himno cristológico de la carta a los Filipenses hace hincapié en la humildad y en la obediencia filial, hasta la muerte en Cruz, de Jesús (2L). Finalmente el relato de la pasión según san Mateo muestra a un Cristo lleno de majestad que reina, pero que ha sido rechazado por el pueblo y sus dirigentes y es conducido a la muerte. Sin embargo, a pesar de ser rechazado, Él es la piedra angular sobre la que se levanta el edificio de la Iglesia naciente (EV). Obediencia filial hasta la muerte por amor es aquello que unifica y sobresale en la liturgia de este día.

Mensaje doctrinal

1. La procesión. La cuaresma ha sido un camino de conversión que la Iglesia ha realizado con Cristo-cabeza en su ascensión hacia la ciudad de Jerusalén. Ahora llega el momento de hacer el ingreso solemne en la ciudad santa. Cristo mismo está presente en la procesión por medio de la cruz que precede el caminar de los fieles; está presente en el evangelio que se proclama al inicio mismo de la procesión; está presente, finalmente, en quien preside la liturgia procesional. Esta procesión es un símbolo hermoso de cómo Cristo camina con cada uno de los hombres en su peregrinar hacia la patria definitiva. La promesa bíblica encuentra también aquí un hermoso significado: “Yo estaré con vosotros”.

Al mismo tiempo, la procesión de los fieles se dirige hacia Cristo que se inmolará en el altar. La proclamación de la pasión según san Mateo nos hará ver el camino de afrentas que Jesús tuvo que soportar por amor de nosotros, hombres pecadores.

La mirada de los fieles, por lo tanto, se dirige con amor a Cristo, amigo de nuestras almas, cordero inmolado que ha dado su vida en rescate nuestro. San Bernardo comenta que en la procesión se representa la gloria celeste, mientras que en la Misa se hace claro cuál es el camino para llegar a ella. Si en la procesión vemos con claridad la meta hacia la que debemos llegar, es decir, la patria del cielo, la pasión nos hace ver el camino y las condiciones que son necesarias: la persecución, la obediencia humilde, la pasión dolorosa.

El ideal sería descubrir ambas realidades: patria celesta y camino para llegar a ella, en su dimensión cristológica. Cristo que camina con nosotros, Cristo que camina delante de nosotros abriéndonos la puerta de los cielos, Cristo que camina y sufre y padece en nosotros que somos su cuerpo.

 2.La fe en Cristo en la pasión de San Mateo. En Mateo descubrimos una perspectiva cristológica. Jesús afirma claramente ante el Sumo Sacerdote que Él es el Mesías, el Señor y que en él se cumplen las promesas del Reino y se instaura una nueva alianza. (26,64) Él se muestra dueño de su acciones y se ofrece libremente al sacrificio por amor.

En Getsemaní podría llamar una legión de ángeles (26, 53), pero no lo hace, va libremente a cumplir la voluntad del Padre. La corona de espinas, el manto de púrpura, el bastón puesto en su mano pondrán de relieve, paradójicamente, su majestad y realeza. En su pasión Cristo es rey y reina. A través de sus sufrimientos es Rey y salva a los hombres. ¡Cristo Rey nuestro!

Sólo Mateo presenta los eventos de la pasión en términos escatológicos: el temblor de tierra, la obscuridad, los sepulcros abiertos...

La cortina del templo se rasga simbolizando que los sacrificios de la antigua alianza han sido superados por un sacrificio excelente y que ha sido constituida la nueva alianza entre Dios y los hombres por la sangre de Cristo. Esa cruz que está en el centro de la historia es al mismo tiempo el fin de la historia.

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