Los peregrinos que acuden a Cachuy, ofrecen donativos en dinero, enseres, muebles, etc, otros a quienes el Señor ha dispensado ya beneficios, le obsequian “MILAGRITOS”, los cuales consisten en pequeñas efigies de plata (cabezas, brazos) según el beneficio obtenido.
CUENTAN QUE ALLÁ POR LOS AÑOS DE 1845 LLEVARON A LIMA PARA HACERLA RETOCAR
CUENTAN QUE ALLÁ POR LOS AÑOS DE 1845 LLEVARON A LIMA PARA HACERLA RETOCAR
La imagen de mide 55 cm. de alto; todas las partes del cuerpo son proporcionadas; la majestad de su rostro es algo indescriptible. El conjunto es fino y delicado. Se cree que la antiquísima imagen, salvo ligeros deterioros, se conserva tal como fue hallada por Barrios.
Se cuenta que allá por los años de 1845, más o menos, la llevaron a Lima para hacerla retocar. Terminada la obra, a satisfacción de la Comisión, el escultor la embaló en presencia de los comisionados. Una vez que estos llegaron a Cachuy abrieron el cajón en el que estaba embalada, con asistencia de muchas personas. No obstante el prolijo cuidado que se tuvo para embalar, conducir y abrir el cajón, se encontró la efigie en el mismo estado en que se hallaba antes del retoque, cuyos materiales habían caído como una capa de polvo de harina, encima de la imagen y contorno de ella.
Este acontecimiento extraordinario dio lugar a que los devotos le rindiesen fervoroso culto durante muchos años, y hace comprender que no debemos de hacer nuevos retoques, sino dejarla tal cuál la encontró el humilde Barrios.
Las imperfecciones ocasionadas por los ósculos reverentes de los fieles y los toques del rostro con flores atestiguan su veneración desde remotos tiempos.
Con el correr de los tiempos, el diminuto caserío del Señor de la Ascensión de Cachuy ha crecido bastante en número de habitantes. Muchos pastores de los pueblos vecinos engrosaron las filas de los devotos y formaron cofradías, para cuidar mejor la devoción del Señor.
Atraído por la fama de los milagros del Señor, año tras año el número de devotos aumentan algunos venidos de lejanas tierras.
Se cuenta que allá por los años de 1845, más o menos, la llevaron a Lima para hacerla retocar. Terminada la obra, a satisfacción de la Comisión, el escultor la embaló en presencia de los comisionados. Una vez que estos llegaron a Cachuy abrieron el cajón en el que estaba embalada, con asistencia de muchas personas. No obstante el prolijo cuidado que se tuvo para embalar, conducir y abrir el cajón, se encontró la efigie en el mismo estado en que se hallaba antes del retoque, cuyos materiales habían caído como una capa de polvo de harina, encima de la imagen y contorno de ella.
Este acontecimiento extraordinario dio lugar a que los devotos le rindiesen fervoroso culto durante muchos años, y hace comprender que no debemos de hacer nuevos retoques, sino dejarla tal cuál la encontró el humilde Barrios.
Las imperfecciones ocasionadas por los ósculos reverentes de los fieles y los toques del rostro con flores atestiguan su veneración desde remotos tiempos.
Con el correr de los tiempos, el diminuto caserío del Señor de la Ascensión de Cachuy ha crecido bastante en número de habitantes. Muchos pastores de los pueblos vecinos engrosaron las filas de los devotos y formaron cofradías, para cuidar mejor la devoción del Señor.
Atraído por la fama de los milagros del Señor, año tras año el número de devotos aumentan algunos venidos de lejanas tierras.
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